El proyecto “Destrecho” que alude a los 500 años del mal llamado “descubrimiento” del Estrecho de Magallanes, convocó a lxs artistas Brian Mackern, Nicolás Spencer y al Colectivo Ultimaesperanza.  Inicialmente fue concebido para la sala de exposiciones en CasaPlan,  Valparaíso, pero debió suspenderse por la fuerza de los acontecimientos  de estos últimos años: estallido social y pandemia. Sustituyendo a la muestra física, las obras se desplazaron a un sitio web y a una cajita de madera, suerte de libro-objeto o maletín fluxus (fluxkit) que contiene postales y sonidos. Cada pieza nos invita a revisar la historia material y cultural del espacio patagónico que rodea al Estrecho utilizando el sonido y la imagen de manera poética,  buscando indagar sensiblemente en esas zonas ciegas o borrosas de la historia y presente de este territorio.

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Hernando de Magallanes no descubrió el Estrecho. Lo cruzó. Sin advertir su real dimensión, sin entender su naturaleza, sin develar su misterio. El territorio y maritorio patagónico se mantuvo durante siglos impenetrable para los imperios occidentales y para los Estados chileno y argentino. Su secreto alimentaba, en cambio, una serie de fantasías europeas y aterradoras pesadillas: gigantes poblando un territorio inhóspito; tempestades y naufragios, hambrunas. No será hasta la década de 1880 que gracias a la navegación a vapor y la producción ovina inglesa, la soberanía geopolítica austral, amenazada, obliga a los estados a delimitar sus fronteras, apropiándose de los terrenos mediante la quema de bosques y al mismo tiempo, exterminando sistemáticamente a los indígenas. Estos procesos se vieron favorecidos por las narrativas que desde siglos anteriores cronistas, viajeros y agentes estatales usaban para describir el espacio patagónico desde un enfoque ahistórico, describiendo el lugar con adjetivos como “vacío”, “salvaje” “indomable” “tierra de nadie”, abriendo la posibilidad de ocupación y legitimando su posterior apropiación y dominio bajo la violencia física y simbólica.

Hoy, las maneras de aproximarnos a este espacio parecen reeditar ese impulso colonizador. La inercia extractivista que la modernidad capitalista ha impuesto parece seguir aceitando una máquina productiva donde la experiencia sólo se vuelve real si es convertida en objeto de consumo, en fetiche de diseño. No sólo salmones, briquetas de carbón o lana salen de este territorio: también postales turísticas, souvenirs, documentales, papers, exposiciones internacionales, engranajes de un sistema económico cultural que desde la saturación de imágenes oculta o distorsiona otras complejas realidades.

La conmemoración de los 500 años del mal llamado “descubrimiento” del Estrecho de Magallanes nos ha servido como excusa para observar cómo los artistas contemporáneos se aproximan a esa complejidad que alberga esta zona austral, geografía de la infamia, y a la vez de sublime belleza. El proyecto “Destrecho”, inicialmente concebido para una sala de exposiciones en Casa Plan, debió suspenderse por la fuerza de los acontecimientos de estos últimos años: estallido social y pandemia. Sustituyendo a la exposición física, las obras de los artistas convocados, se desplazaron a un sitio web y a una cajita de madera, suerte de libro-objeto o maletín fluxus (fluxkit).

Con estrategias y temáticas distintas, las obras de la muestra guardan importantes aspectos en común. Cada pieza responde a investigaciones multidisciplinares de largo aliento. Desde enfoques históricos, estadísticos, antropológicos, semióticos, revisan la historia material y cultural del espacio patagónico que rodea al Estrecho, utilizando el sonido y la imagen de manera poética, buscando indagar sensiblemente en esas zonas ciegas o borrosas de la historia y presente de este territorio.

Valentina Montero, curadora

DESTRECHO

El colectivo Ultima Esperanza, conformado por Sandra Ulloa y Nataniel Alvarez nos ofrece un relato sobre algunas reflexiones surgidas de la investigación artística que han realizado durante cuatro años, en torno al álbum fotográfico realizado por el genocida Julius Popper, uno de los responsables del exterminio del pueblo selknam. Los sonidos que acompañan sus voces corresponden a grabaciones del viento, tormentas y lluvia, y a tomas de baja frecuencia capturadas en las distintas expediciones que realizaron siguiendo la ruta del explorador rumano en la Isla Grande de Tierra del Fuego.

El set de postales reproduce algunas de las fotografías del álbum de Popper, pero ofreciendo la oportunidad de alterar la composición original, recreando nuevos montajes visuales que permitan desmantelar el sentido narrativo que Popper imponía. Asimismo, en el sitio web, llamado “Un país lejano”, a través de una estética que nos recuerda los primeros años del netart, los artistas reúnen una serie de datos recopilados a lo largo de su investigación (imágenes y textos) permitiendo que el usuario-espectador, navegue aleatoriamente construyendo su propio relato.

El proyecto Terra-Ignota, liderado por Nicolás Spencer ha sido realizado gracias a numerosos artistas y especialistas en historia, arqueología, geología, etc. Juntos, llevan años visitando Tierra del Fuego, para interrogar a las rocas, silenciosos testigos de la sedimentación de fuerzas geológicas, simbólicas e históricas que se entrecruzan en el territorio austral. Cada expedición que el equipo realizó fue acompañada por un oscilador de viento -suerte de instrumento sonoro y escultura a la vez- el cual consistía en una larga eslinga o cinta de poliéster tensada entre dos estructuras metálicas. El oscilador fue instalado en lugares inhóspitos y de difícil acceso. Su vibración, gracias al viento, generaba sonidos graves y de baja frecuencia, generando un coro entre entidades, viento, plástico, metal, confundiendo los límites entre lo que llamamos naturaleza y artificio.

En el sitio web de Terra-Ignota se puede acceder a una cartografía en la que podemos identificar exactamente los puntos de donde proviene cada roca junto a su relato; los lugares donde el oscilador fue instalado y una serie de perspectivas o vistas de los lugares visitados en las distintas expediciones.

Tras una residencia en Punta Arenas, el artista uruguayo Brian Mackern realizó una sonificación de datos del Estrecho de Magallanes. Es decir, una interpretación sonora, basada en equivalencias entre datos y sonidos (timbres y frecuencias) asociados a distintos tipos de información, ren este caso a las temperaturas, precipitaciones, vientos, longitudes y profundidades del estrecho, movimiento de mareas, faros y buques que navegan por sus aguas.

Las postales nos ofrecen distintas visualizaciones de los datos recopilados por el artista. La imagen del Estrecho, abandona la noción de paisaje tradicional; deja de ser su representación convencional para perfilarse a través de diagramas, planos, y mapas. Este abordaje, si bien utiliza una metodología científica a partir parámetros y datos concretos, está filtrado por la propia subjetividad del artista, ingresando así en el universo de lo que Mackern denomina cartografías afectivas.

En la web del proyecto encontramos la documentación utilizada y una interfaz interactiva que a modo de videowall compuesta por 9 sub pantallas permite a los usuarios jugar con una suerte de remixer, activando distintos mosaicos audiovisuales, generando así su propio acercamiento sensible hal Estrecho.

SITIOS WEB DE ARTISTAS

CRÉDITOS

Curatoría
Producción
Programación electrónica y creación caja-objeto
Diseño gráfico
Colaboración
Registro fotográfico

Valentina Montero
Constanza Jarpa, CasaPlan
Francisco Dulante @fcobcn
@obrera_grafica
Taller Lautaro @tallerlautaro
@jilrisseti

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