Estas obras que presento son parte de un proceso, el de la inquietud de pasar de una técnica a otra teniendo siempre un hilo conductor que las conecte.
Al revés de lo que se puede pensar, el interés por el arte textil no me llegó por venir del mundo andino, fue posterior, estando en Nueva York es que descubrí la técnica del tapiz. Después llegué a la cerámica por invitación de Lise Moller. Ahí quise integrar la lana, el lino a la cerámica. Después Javiera Moreira me invitó a su taller a hacer grabado y de ahí derivé al Taller 99.
Me inicié con la pintura abstracta, geométrica, hasta llegar a una pintura en blanco y negro, usando el acrílico, todo muy duro. Luego quise hacer algo parecido en el tapiz, pero en la búsqueda de un material más cálido, como es la lana en su estado y color natural. Posteriormente busqué otras formas en el tejido, en los tonos, como el teñido de amarras. Sólo entonces puede empezar a conjugar, sin quererlo, lo geométrico abstracto, el calor de la lana y el paisaje andino.
El grabado lo disfruto mucho, he podido hacer en el grabado lo que antes hice en la pintura, y eso me atrae. Es una posibilidad de volver al principio.
Gracias a Javiera, a Lise y al Taller 99 estoy haciendo lo que hago hoy. La amistad me ha permitido continuar investigando y experimentando como lo sigo haciendo.